sábado, 28 de septiembre de 2013

La vuelta a casa. Capítulo 7




Marcos y su vecina, cada uno absorto con sus propios pensamientos y recuerdos particulares, haciendo caso omiso de la desapacible tarde de diciembre en la que el viento de la sierra les corta la cara , recorren los pocos metros que separan la parada de autobús de la calle General Pardiña y la esquina con General Oraa. Allí, en esa calle y en la cafeteria junto al cine del mismo nombre,  han quedado con la madre de Lucía. El encuentro lo ha proporcionado Gustavo tras la consulta que Marcos le hiciera. No le fue fácil convencer a la señora de Arroyo pero la llamada realizada anteriormente al registro de testamentos y la posterior que hizo al notario, le dio pie a ello. El matrimonio había nombrado a Marcos Llorente como tutor de su hija Sandra y aunque los padres de Lucía lo habían recurrido éste no había sido aún invalidado. Ni que decir tiene que la buena señora Arroyo puso el grito en el cielo y se negó al principio a todo, de ahí la sorpresa de Gustavo cuando le volvió a llamar y acordó verse con el tío de su nieta.
¿Cómo reaccionará cuando vea que no vengo solo? – se  pregunta Marcos mientras sus manos buscan la cajetilla de tabaco y enciende uno con visible nerviosismo. La misma pregunta se está haciendo Pura. Ambas mujeres se conocen aunque no se traten mucho. El destino quiso que tuvieran una amiga en común, una amiga de las altas esferas, bohemia y sin complejos gracias a su posición social y dinero, amante de las bellas artes y aficionada al dibujo, lo cual no impedía que participara en diferentes roperos y organizara mercadillos por Navidad a los cuales  la señora de Arroyo no faltaba.
Amalia Ferreira, señora de Arroyo , cinco minutos más tarde de la hora acordada sale de su vivienda en la calle Castelló habiendo estudiado bien el paso que va a dar.  Camina lentamente con empaque de gran señora,  enfundada en un abrigo de visón con el cuello subido, guantes de cuero y un bolso de mano haciendo juego sin hacer caso al frío, sólo tiene que andar unos metros y habrá llegado a su destino.  No ha apuesto a su marido al corriente ni de la llamada del abogado Olavide ni de la cita concertada en la cafetería y le ha dicho a la sirvienta que iba a la peluquería. En realidad no tiene mucho que discutir, se dice asi misma cuando alcanza la calle de General Oraa, pero la cajita de música que Marcos le mandara a su sobrina desde Filipina y que desde la noche de autos había quedado arrinconada en una esquina de la cómoda, le ha hecho cambiar de opinión.  Sandra solía quedarse dormida con las notas de “Para Elisa”,  pero ese fatídica noche, cuando Lucía ya había salido la niña no pudo abrir  la cajita, estaba cerrada y no había rastro de la llave. Primera noche sin notas de Beethoven, de madrugada la mala noticia y Sandra dejó de hablar. A la niña la llevaron a un psicólogo y continúa con él, de la cajita nadie se acordó hasta que Marcos les visitó. Fue entonces cuando Amalia  la llevó a una ferretería para que le pusieran otra cerradura. Al abrirla no fueron sus notas las que la sorprendiera sino  las notas que encontró en ella. La letra era de Lucía y lo que leyó no le gustó nada. Las guardó de nuevo bajo llave pero esta vez en un cajoncito de su escritorio.  Aunque no conocía en persona a quien nombraba no podía admitir que su hija estuviera en lo cierto pero ahora ya no estaba tan segura. Olavide le había dicho que Marcos estaba dispuesto a limpiar la memoria de su hermano, realmente ella nunca había sentido tanta adversidad por su yerno como su marido y ahora, tras la información del abogado, pensando en su nieta,  comienza a cuestionarse si se juzgó y condenó al verdadero causante de la muerte de su hija.
-        Buenas tardes Marcos –dice Amalia quitándose los guantes para darle la mano mientras él se levanta gentilmente para retirarle la silla y ayudar con el abrigo.
-        Buenas tardes doña Amalia, gracias por venir. Espero que no le importe la presencia de doña Pura, creo que ustedes se conocen – contesta Marcos mirando a doña Amalia fijamente.
-        Nos conocemos. ¿ Cómo estás Pura? ¿ Podemos contar este año también con algunas de tus figuritas de arcilla para el mercadillo? – contesta Amalia besando a Pura en el aire antes de sentarse en su silla.
Doña Amalia, como si estuviera en su casa, coge la tetera humeante , aparta el saquito del té de importación que ambas damas han pedido y  llena las tazas . Marcos observa la escena con curiosidad esperando una reacción de su vecina pero esta no llega, toma un sorbo de su café con leche y está a punto de preguntar si no le molesta que fume cuando ve que Amalia saca una pitillera dorada, la abre y le ofrece uno a Pura añadiendo.
-        Son rubios y supongo que usted fumará Ducados ¿ me equivoco?
-        No, no se equivoca. En España fumo Ducados – contesta poniendo su cajetilla sobre la mesa y ofreciendo su encendedor –  y en el barco solemos liar nuestros propios cigarrillos . ¿ Le parece bien que dejemos el tabaco y hablemos de lo que nos interesa, de Sandra?
-        No tengo mucho que decir al respecto Marcos. Hemos recurrido el testamento, tu profesión no es la más segura ni la más acorde para educar a a una niña. No obstante creo que no debemos privarte de que la veas y quizá con nuestros abogados podamos llegar a un acuerdo, siempre y cuando tus escalas lo permitan.
-        Acepto un regimen provisional de visita durante mi estancia en España pero ya he dado orden a mi abogado de que recurra la impugnación presentada por ustedes. Por Sandra y por su bien estoy dispuesto a quedarme en tierra -contestó Marcos preguntándose el repentino tuteo de Amalia.
-        No quiero discutir eso aqui Marcos. Dile a Olavide que se ponga en contacto con nuestro abogado. No tengo mucho tiempo. Tengo hora en la peluquería pero si quiero entregarte algo, tu sabrás lo que haces con ello – contesta Amalia abriendo su bolso sacando un sobre blanco – No lo abras ahora, léelo cuando yo me vaya. Lo he encontrado hace poco y no lo ha visto nadie, ni mi marido . Si Pablo era inocente quizá el contenido de este sobre pueda ayudar –concluye Amalia levantándose de la silla decididamente sin darle casi tiempo a Marcos a ayudarle a ponerse el abrigo y dirigiéndose a Pura le dice – no olvides las figuras de arcilla, sabes que se venden muy bien y que contamos con ellas.
-        Descuida no las olvidaré y este encuentro creo que tampoco- responde Pura levantándose también acercando su mejilla de nuevo a la de Amalia y los besos en el aire, después se sienta y espera a que Marcos también lo haga y le dice- ¿ Nos vamos también nosotros y abrimos el sobre en mi casa con un vaso de vino o de ron en la mano?
-        Creo que será mejor, no sé lo que nos  espera pero quizá con ron se digiera mejor que con un café con leche – contesta dejando el importe de la consumición sobre la mesa añadiendo una propina de dos pesetas y se encaminan a Diego de León donde toman la línea 4 del metro hasta Alfonso XIII .
 Al calor de la calefacción central de la que disfruta la casa de Pura, sentados en su salón en el que algunas de las obras de su propietaria lo decoran con muy buen gusto, con el prometido vaso de vino en la mano se disponen a abrir el sobre . Su lectura les deja un tanto desconcertados y deciden llamar a la agencia por si fuera importante. Vallejo que está a punto de abandonarla contesta a la llamada y hora más tarde se reúne con ellos mientras Héctor acerca a su mujer al Clínico.  A su vuelta su hija le dirá que Vallejo ha llamado y que parecía urgente pero olvida el recado, sólo puede pensar en su mujer y cómo será su noche en esa sala de  urgencias en la que puede pasar de todo pero la noche será tranquila, los ingresos no revestirán mucha importancia salvo el de un matrimonio que ha tenido un accidente de coche en el que la mujer ha salido peor parada que el marido pero sus vidas no corren peligro y Asunción se recobra del impacto que le ha producido verles entrar en camilla. Pese a la relativa tranquilidad en Urgencias no ha tenido mucha oportunidad de hablar con las enfermeras. Ha podido conocer a dos médicos y uno de ellos le ha llamado su atención. Ha sido en la salita donde suelen reunirse para tomar un café . Una de las enfermeras , Rosario, se encontraba con ella y le estaba contestando a una de sus preguntas cuando el médico entró sin mirarlas, cogió una taza y se preparó un café. Asunción juraría que sus manos temblaron durante unos segundos pero Rosario parecía que no había visto nada y siguió hablando como si tal cosa.
-        Los turnos de noche no suelen ser tan tremendos como la gente se imagina pero es verdad que la mayoría de nosotras no estamos casadas . Mi novio ya me lo ha dicho, cuando nos casemos no quiere que trabaje por la noche.
-        ¿ Y tu estás de acuerdo?
-        Completamente. Quizá sea muy tradicional pero creo que los matrimonios tienen que dormir siempre juntos. Dos veces a la semana tengo turno de noche y no creo que sea bueno dejar a mi marido solo en la cama si no es necesario. Hacer una suplencia una noche o en caso de una tragedia es una cosa pero lo que hacía Lucía no me parecía bien.
-        ¿ Lucía?- pregunta Asunción como quien no entiende nada aprovechando la ocasión.
-        ¡Rosario! – interrumpe el médico dejando su taza de café con voz autoritaria. Vuelva a su trabajo, su pausa ya ha terminado y usted señorita ¿ no le han dicho que no tiene que importunar?
-        Señora, señora de Pera y disculpe pero no creo importunar. Tengo permiso para hacer un reportaje y las preguntas son necesarias .
-        Sé que tiene permiso pero no estoy de acuerdo. Si hubiese dependido de mi nunca se lo habría dado. La encargada podría haber contestado a todas sus preguntas sin necesidad de molestar a quienes estamos trabajando – respondió saliendo de la salita dejando a Asunción en ebullición por su arrogancia y por no haber podido continuar con Rosario justo ahora que iba por el camino que ella quería. El resto del tiempo lo pasó sentada en una silla, preguntándose también ella por qué Lucía sí quería los turnos de noche estando casada . Ella no podía dormir sin acurrucarse en los brazos de su marido, le extrañaba muchísimo cuando estaba de viaje y recordaba la primera vez que hizo su primer viaje sola a Colonia por un congreso. Lo pasó fatal y a su vuelta le comunicó a Julio que no volvía a salir al extranjero si su marido no iba con ella. La hora y media que faltaba para volver a ver a Héctor, esperándola a la entrada del hospital comenzó a hacérsela interminable y a su mente le vinieron los recuerdos de por la tarde, de la siesta en la que hicieron el amor porque por la noche no iba a ser posible, de las confidencias que seguían haciéndose a pesar de los años que llevaban juntos,  cuando ambos volvían a respirar más sosegados antes de rendirse al sueño abrazados y de la paz que sentía cuando se despertaba y le veía a su lado.







sábado, 21 de septiembre de 2013

La vuelta a casa . Capítulo 6




Al oír la voz de María , desde la cocina, pidiendo que pusieran la mesa y la entrada alborotada de Javier y Daniel en el salón con los cubiertos en la mano, Héctor guarda el bloc y les ayuda con el mantel y los platos. María se está convirtiendo en una cocinera excelente, según Javier y la chica se ríe pensando en todo lo que tiene aún por aprender si quiere emular a su abuela.  Asun aprovecha el momento para comunicarles que mañana la cocinera también será Maria  y  Daniel le pide a su hermana que prepare hamburguesas con patatas, comida que en casa nunca se hace al menos que Tim o Suzanne estén presentes .

-        Por mi parte encantada – le aseguró María – podría preguntar a Suzanne que me ayudara y se quedara a dormir aqui.
-        Si tu padre lo ve bien y los padres de Suzanne también yo no tengo nada que objetar.
-        Si a mi me haces unos huevos fritos yo tampoco, las hamburguesas como que no me entran por mucho amor con que estén hechas .
-        No te preocupes cariño, haré albóndigas para comer y apartaré alguna para tu cena.

Cuando el matrimonio se queda solo en el salón se sientan juntos en el sofá, Asunción , que no ha olvidado lo de  “la mujer interesante” que Héctor había conocido le pregunta sobre ella y ya en la cama se olvidan del caso para acariciarse como suelen hacer antes de quedarse dormidos.
A la mañana siguiente Héctor se levanta antes que Asunción y tras asearse entra en la cocina para preparar el desayuno. Minutos más tarde se le une su mujer y las voces de los chicos y la de María, peleándose por el cuarto de baño, les anuncia que un nuevo día ha comenzado. A las diez de la mañana Héctor se dirige al despacho dejando en casa a Asunción quien se ha tomado el día libre. Pasará la noche en el Clínico y aunque sabe que no tiene nada que temer el asunto no termina de agradarle. Presiente que puede ser importante pero le inquieta y trata de alejar esa zozobra que le ha embargado de repente. Se para en el quiosco a comprar la prensa y sube con ella al despacho. Vallejo parece haber madrugado más que él,  le está esperando con el café recién hecho y con ganas de hablar. A juzgar por su cara, su noche en La Casa de Campo, en las proximidades del Lago parece haberle ido bien.

-        Buenos días  ¿ cómo tan temprano? – saluda Héctor dejando la prensa sobre su mesa mientras se quita los guantes y cuelga el abrigo en el perchero.
-        Buenos días ¿ se te han pegado las sábanas?, llevo aqui desde las nueve y media esperándote. Tengo buenas noticias, dentro de lo que cabe. ¿ Te pasa algo?
-        No. No se me han pegado las sábanas, no recuerdo que hubiéramos quedado  a una hora determinada y no me pasa nada- contesta Héctor sin atreverse a contar a su amigo el desazón que le ha asaltado de camino al despacho- Yo también tengo información que nos puede ser útil- continua sentándose en la silla de su escritorio animando a Vallejo a que empiece a contar su interesante noche.
-        Al principio no daba con nadie. El frío que hacía era de narices y se habían concentrado en uno de los restaurantes, ya cerrado claro, pero que tenía aún las carpas de la terraza abierta. Nuria, una chica de Valladolid reconoció la fotografía de Pablo pese al tiempo que había pasado. Más adelante supe por qué no lo había olvidado, aunque entonces no lo relacionó, no lo olvidó por otro suceso que había acontecido unos días antes y por el coche.
-        No te entiendo. Deja de hablar en criptograma y ve al grano.
-        No seas tan impaciente hombre. Verás. Una semana antes de la muerte de Lucía, una mujer la visitó en su pensión y al despedirse se subió a un coche que días más tarde encontraría aparcado cerca del Lago.  Cuando lo vio caminó a su encuentro pensado que la mujer la buscaba pero frenó en seco al ver a un hombre descender del coche y comenzar a vomitar. La luz de una farola cercana le permitió ver su cara. El hombre estaba solo,  su aspecto era deplorable y cuando quiso acercarse a él para preguntarle si necesitaba algo, le vio alejarse del coche camino de la boca del metro y...
-        Espera ¿ Lucía conocía a Nuria?.
-        Conocerla no. Tampoco sabía como se llamaba pero la vio en el Clínico cuando acompañó a una compañera brasileña por una fuerte indisposición. La tuvo que llevar a urgencias y al no ser familiar suyo la mandaron a casa. Dijeron que llamara al día siguiente que la paciente tendría que pasar la noche en el hospital. Lucía, al verla tan preocupada, le pidió su dirección y le prometió que ella la mantendría informada.
-        Sigue, esto se pone interesante.
-        Al día siguiente del ingreso de Carla Vieira, más conocida como Bronny, la enfermera de urgencias se presentó en la pensión. El estado de Carla había empeorado poco antes de terminar su turno y temía por su vida. Nuría salió pitando para el hospital y mientras bajaban la escalera la enfermera le dijo que lo sentía y que ella ya le advirtió que no estaba en condiciones pero no pude hacer nada pero que no quiso esclarecer sus palabras. En la calle ella paró un taxi mientras la mujer se subía a un seat 850 de color rojo con un bollo en el parachoques trasero.
-        ¿ Y el coche que dejó Pablo en La Casa de Campo era un seat 850 rojo con un golpe?
-        Eso tenemos que comprobarlo. Ella jura y perjura que era el mismo coche. Como fuere. Cuando ella llegó al hospital le dijeron que Bronny acababa de fallecer. Los médicos dijeron que al operarla de urgencias de la apéndice la mujer sufrió una hemorragia y que aunque se la cortaron no pudieron evitar su fallecimiento. Al no tener familiares en España y al ser brasileña tomarían contacto con la embajada y ella ya no volvió a saber nada más. Ni le avisaron de cuando y dónde la enterraban ni la embajada quiso dar información ni nada. Intentó buscar a la enfermera pero no la encontró. Otra enfermera le dijo que no volvería a trabajar porque se iba con su marido a otra ciudad. Tres días más tarde vio el coche y pensó que lo habría vendido al ver al hombre bajar del coche. La vida es dura para las prostitutas me dijo y no tenemos derecho a nada.
-        ¿ Pero no leyó en la prensa lo de la enfermera que apareció muerta en el aparcamiento?
-        No, no leyó nada en la prensa y además como ya hemos visto la mención al suceso no ocupó más de unas cuantas líneas.
-        ¿ Se lo has contado tú? ¿ Crees que estaría dispuesta a contarlo de nuevo ante Gustavo?
-        Claro y Nuria es lista, ha atado cabos rápidamente. La enfermera debió ser Lucía y que el hombre  que vio en el coche era su esposo. Tiene miedo porque teme que Lucía vio algo irregular en alguno de los médicos y si ella ahora declara y se reabre el caso, primero ni la van a hacer caso por ser una mujer de la calle y segundo si de verdad ha pasado algo también ella podría estar en peligro.
-        ¡Tengo que avisar a Asunción! Ya decía yo que mi sexto sentido me estaba avisando de algo.
-        Ahora eres tu el que habla en clave. ¿ Por qué dices éso?

Héctor le cuenta la zozobra que le había entrado viniendo hacia el despacho y que tenía que ver con la noche que iba a pasar Asunción en el hospital.

-        Cálmate, Asunción no es tonta y ya va a ir sobre aviso. Cuéntame cómo te fue con la vecina y relájate.
-        Tienes razón, mi mujer no es tonta pero también es muy atrevida y a veces se pasa un poco. Te resumo mi conversación con Pura y me voy a casa, tengo que hablar con Asunción cuanto antes.
-     Como quieras pero no la pongas nerviosa con tu manía de sobreproteger a todo el mundo.
-    Haré como que no he oído lo que has dicho. Escucha, resulta que el hijo de la hermana de Beltrán trabaja en los juzgados y la consiguió un pase. Coincidió con el día en que los vecinos de Pablo testificaban en contra de él. Contaron con pelos y señales la pelea que habían tenido, que la vieron salir sangrando y que no era la primera vez que oían voces cuando la niña no estaba presente. Dijeron además que era un hombre osco, que no tenía trato con casi nadie del vecindario y que en una junta de vecinos demostró muy malos modos con el presidente. Lo curioso, según Pura es que el abogado de Pablo no preguntó nada. Vamos que no trató de rebatir o contrarrestar a ningún testigo y ella a la salida le esperó y se lo echó en cara. El abogado le contestó que la fiscalía ya había determinado que era culpable y  que su única baza era el último día cuando presentara su alegato final.
-        Y no sirvió de nada, claro.
-        No. La sentencia ya estaba dictada desde el principio.
-        Supongo que ella tendría otra visión de Pablo muy diferente a la de los vecinos ¿no?
-        Por supuesto. Ella le conocía desde que era un crío de unos dos años. Era un niño muy sensible al que le gustaba mucho el dibujo y pasaba muchas horas con ella en el estudio. Es una mujer muy liberal y a pesar de que ya no es una jovencita sigue vistiéndose igual que los hippies,  pero eso no cuenta ahora. Lo importante es que Pablo nunca dio muestra de ser una persona violenta, ni de niño ni de mayor. Al revés trataba de buscar siempre la armonía aunque si es verdad que tenía pocos amigos. Huía de los bullicios, le gustaba la tranquilidad y odiaba los cotilleos.
-        ¿Y de Lucía que te dijo?
-        A ella le gustaba. Era una mujer muy agradable, atenta  e interesada en los demás aunque no podía desprenderse de la vigilancia militar de su padre. Adoraba a su padre pero le estaba siempre diciendo lo que tenía que hace era y tenía la impresión de  que por eso se casó con Pablo, por su carácter conciliador y también porque nunca le imponía nada, al revés, la dejaba volar sola cuando lo necesitaba porque disfrutaba de su alegría, de verla feliz. Los dos adoraban a Sandra y nunca presenció ninguna discusión entre ellos aunque siempre vio a Pablo más enamorado de ella que ella de él.
-        Muy interesante, no encaja con lo que dicen los vecinos. ¿  Doña Pura es una persona creíble? Quiero decir si tendría credibilidad su opinión ante un juez por eso de que dices que es hippie.
-        Pura tiene credibilidad y una muy buena cualidad a mi entender, es una persona muy observadora. Además de ser pintora y escultora lleva años dando clase en la Academia de Bellas Artes y tiene un libro publicado sobre el museo del Prado.
-        Si es así a lo mejor , Juanjo y Julio la conocen ¿ Se los has preguntado?
-        No, pero no hace falta. Ella misma me dijo que conocía a Juanjo cuando yo le hablé de que mi mujer trabajaba en la revista A media voz. Asunción me dijo a noche que si esa doña Pura firmaba sus cuadros y su libro como P. De la Rosa que entonces sí ha oído hablar de ella. De la Rosa era el apellido de su marido quien la animó a terminar sus estudios de arte y le pidió en su lecho de muerte que pintara y viviera la vida através del arte que él la seguiría y estaría orgulloso de ella desde dónde su alma se encontrara.
-        ¿ Eso dijo? ¿Era un hombre tan romántico?
-        Parece que sí. Al menos eso es lo que ella cuenta. A mi no me dijo nada de eso pero creo que Juanjo asi se lo contó a Asunción y a ella se le quedó grabado.  Y ahora si no te importa te dejo. Voy para casa, si me necesitas ya sabes donde llamarme.
-        Vale, vete y tranquilo que a tu mujer no le va a pasar nada. Yo me voy a dar una vuelta por la comisaría de nuevo a ver si consigo saber si se encontró el coche de Pablo y como era, si tengo noticias te llamo.

 La mañana se ha pasado volando piensa Asunción mientras retira las albóndigas del fuego.
La comida ya está lista pero no espera a su marido hasta más tarde y se asombra al oír la llave en la cerradura y su asombro aumenta cuando Héctor le cuenta lo que le pasó a Bronny y no oculta sus temores por la noche que va a pasar allí.

-        Gracias por confiar tan poquito en mí ¿ Crees que soy tan imprudente para preguntar a los cinco minutos qué me hablen de Lucía?
-        No te enfades, sabes que si confío pero a veces te entusiasmas tanto que te lanzas y aunque recoges velas a tiempo no puedo dejar de preocuparme.
-        Bueno dejemos el tema que me conozco el final, terminamos enfadados y no me apetece. Acepto que me lleves y me vayas a buscar y te aseguro que tendré mucho cuidado, es más, si no me dan pie no mencionaré a Lucía ¿ de acuerdo?

La contestación le deja un poco más tranquilo y repasan la lista de preguntas que Asunción se había preparado con ayuda de Aurelia, quien por su sección mensual tiene más experiencia en esos temas, poco después se sientan a comer y tras recoger la cocina viene la siesta prometida la noche anterior.














domingo, 15 de septiembre de 2013

La vuelta a casa. Capítulo 5



Capítulo 5

La intensa lluvia caída durante toda la noche no hacía presagiar que el día iba a amanecer radiante, con un sol tibio pero reluciente y sin viento. Hace un buen día se dice Bonilla mientras cierra el balcón del salón, se da la vuelta y echa una mirada a su entorno y murmura “ en unos días nada será igual”. Con una sonrisa en la cara contempla a Matilde hablar por teléfono con Asunción y a Javier recogiendo sus cosas para ir al colegio. El buen humor reina en la casa, parece que las nubes negras se disiparon con la lluvia de anoche y como prometiera a Javier le acompaña al colegio andando pese al frío reinante . Al salir del portal se suben ambos el cuello del abrigo, se colocan mejor los guantes y sujetan firmemente su cartera como si se hubiese puesto de acuerdo y recorren las calles hablando del próximo partido de baloncesto y de las vacaciones de Navidad que van a pasar en Tenerife. A la puerta del colegio se encuentra con Daniel y espera a que los niños crucen el patio del colegio en dirección a su aula, después continúa su camino al despacho recordando la conversación que tuvo con  Matilde y la que tuvieron con Javier. Matilde y él se han comportado como niños pequeños, no se han confesado sus miedos y temores, se los han guardado para no angustiarse mutuamente en lugar de compartirlos para juntos vencerlos. Al llegar a la esquina de la calle Sagasta con la glorieta de Bilbao se encuentra con Vallejo y juntos recorren los pocos metros que les separan del despacho. Una vez dentro preparan café y se sientan a esperar que llegue Héctor.
-  ¿ Y habéis arreglado algo? – pregunta Vallejo
-    Sí. Por fin hemos hablado entre nosotros como nunca lo habíamos hecho.Hemos estado tan ocupados, lamentándonos  por separado  de lo que pasó, que nos hemos olvidado de que el matrimonio es cosa de dos y que ambos lo estábamos poniendo en peligro. Necesitamos más tiempo pero tengo la impresión que ahora sí que caminamos juntos el mismo camino.  ¿ Sabes que nuestro salón era una de las cosas por las que mi mujer se pasaba el día angustiada y llorando?. Ya sé que es una tontería pero le recordaba al fatídico fin de semana lleno de policías, al operativo que montaron en casa y se agobiaba.
-   ¿ Y que vais a hacer?
-    Vamos a cambiarlo, otro papel en la pared y otros muebles  que vamos a elegir esta misma mañana y mientras nos empapelan el salón y nos traen los muebles me la llevo unos días a Mallorca. La isla tiene muchos rincones que nos traen muy buenos recuerdos.
-    A mi me parece una idea estupenda. ¿ Os lleváis a los niños?
-    No, Javier tiene que ir al colegio. Sergio se puede quedar con Fernanda y Javi con Asun y Héctor.
-   ¿ Cuándo os vais? ¿Lo sabe Héctor ya?
-    Matilde estaba hablando con Asunción cuando Javi y yo salíamos de casa. Mañana por la mañana volamos y el domingo por la tarde volvemos. Siento que no podáis contar conmigo en este nuevo caso.
La llegada de Héctor le obliga a hacer una pausa , le da tiempo a su amigo a sentarse, a servirse un café y en seguida le pone al corriente de sus planes y de la conversación que tuvo con su mujer.
-    Asun me ha contado algo deprisa y corriendo, por eso he llegado tarde y Bonilla, no te preocupes por el caso, a tu vuelta ya tendrás tiempo de involucrarte , te queremos al cien por cien y con buena cara. Seguro que estos días os vienen de maravilla y por supuesto que Javier se queda con nosotros.
-    Gracias Héctor – dice Bonilla – y ya lo creo que a mi vuelta me voy a volcar en el caso. Ahora os dejo que hemos quedado con una conocida de Matilde que es decoradora de interiores y se va encargar del cambio. A la tarde te veo cuando llevemos a Javier.
Cuando Bonilla sale del despacho Vallejo mira a Héctor y le pregunta.
-  ¿ Podemos prescindir de él por unos días?
-   Sí hombre, no te preocupes. Asunción se ha ofrecido a hablar con las compañeras de Lucía en el hospital. Tiene algo en la cabeza para no levantar sospechas y luego se pasa a contarlo. Veamos lo que vamos a hacer hoy.
La mañana pasa rápidamente y poco antes de la hora de la comida Gustavo entra en el despacho con el expediente de Pablo y comentando sobre el abogado que llevó el caso les encuentra Asunción cuando llega.
-    Venga Vallejo, he reservado en Alonso Martínez para los tres y ya se lo he dicho a Laura. No sabía que Gustavo iba a estar pero dónde comen tres comen cuatro.
-    Te lo agradezco Asun pero no puedo. Tengo una vista oral a las cuatro de la tarde y no voy a poder ni ir a comer a casa. Aquí os dejo el expediente. Estudiarlo vosotros, señalar las cosas que os choquen y mañana lo hablamos ¿de acuerdo?
Minutos más tarde y ya en el restaurante después de haber pedido el menú, Asunción les cuenta el plan que tiene con permiso de Julio.
-    Hemos pensado en escribir un artículo sobre los trabajadores en turno de noche en los hospitales, sobre todo en Urgencias y comenzar con el personal femenino y si les suponen tanto en el ámbito familiar como en el laboral más problemas que a sus compañeros masculinos sólo por el hecho de ser mujeres. Julio se ha puesto manos a la obra y me ha conseguido una entrevista para esta misma tarde, a las 8 de la tarde, con la encargada de Urgencias del Clínico. ¿ Qué os parece? ¿ Es lo suficientemente creíble para no levantar sospechas e indirectamente preguntar sobre el desgraciado suceso de la enfermera que apareció muerta en el aparcamiento a principios de año?
-     Me parece muy bien- dice Vallejo – no queríamos empezar sin haber leído el expediente y de esa forma podemos obtener una información que puede ser muy útil.
-   ¡Ya te dije que tenía un plan!, no se la puede comentar nada sin que su cabeza no empiece a cabilar como enfocar un asunto – comenta Héctor mirando con orgullo a su mujer.
-    No seas exagerado Héctor, no es la primera vez que la revista colabora con vosotros y además el tema es interesante. ¿ Y tú que vas a hacer?
-    Leerme el expediente y hablar con la vecina de Marcos.
-    Es verdad, ella estuvo un día en el juicio pero ¿ cómo pudo entrar si era a puertas cerradas?
-    Eso mismo quiero yo saber y de paso oír sus impresiones sobre ese día y si es posible que me hable de Pablo, de como le vio ella antes de los hechos si es que se vieron, claro.
-   Yo  estoy intentando que un familiar de mi mujer, procurador en cortes por el tercio familiar, me hable sobre el suegro de Pablo.
-   Es verdad, el padre de Lucía es procurador designado directamente por su rango militar. No creo que sea fácil hablar con él sobre su hija y menos aún si decimos que somos detectives y que el hermano de su yerno nos ha pedido que investiguemos el caso- comenta Asunción
-  ¿Somos detectives? – pregunta Héctor mirando a su mujer
-   Bueno, ya me entiendes, quiero decir vosotros. Yo no, ya lo sé aunque mi trabajo tiene mucho que ver con el vuestro.
-   Por supuesto! –contesta Vallejo – y tienes razón. Hasta que no tengamos serios indicios de que hay una tercera persona, un tercer sospechoso no conviene molestarle.
De vuelta al despacho comienzan a leer el expediente y  los hechos coinciden con lo que Pablo le contaba a su hermano en la carta. El alegato del abogado, basándose en que las pruebas son todas circunstanciales,  son rebatidas una por una por la fiscalía. Curiosamente el fiscal tenía testigos que corroboraban que Pablo era un hombre afable pero con cambios de humor con tendencia a arrebatos violentos. El abogado no presentó ningún testigo a descargo ni consta que hubiese investigado lo de la Casa de Campo o hubiese hablado con la vecina o compañeros de trabajo.
-  ¿No te parece raro que no reconstruyera los pasos dados por Pablo esa noche?
-   Se nota que era un novato, está aún muy verde. Era su segundo caso según apunta Gustavo en la nota que nos ha dejado y hasta la fecha no ha ganado ninguno.
-   Ni los ganará si sólo se preocupa de hacerlo desde su despacho sin buscar testigos a descargo. ¿ Te encargas tu de ver si aún podemos seguir sus pasos?
-  Me extraña que en esa zona no se hubiese encontrado con alguna prostituta, sobre todo si el coche estaba parado y cerca del Lago. Creo que por ahí podemos empezar y también por los supermercados cerca de su casa o del trabajo. Quizá alguien recuerde a un hombre entrar, a punto de cerrar, comprando una botella de coñac.  Esta noche me daré una vuelta por la Casa de Campo aunque a Laura no le va a hacer mucha gracia.
-   Menos me hace a mi lo que Asun ha apuntado, lo de pasarse una noche en urgencias para ver in situ lo que pasa.
-        Sí pero no es lo mismo Héctor. En la sala de Urgencias no la puede pasar nada y además tu irías a buscarla pero yo me voy a pasar la noche hablando con prostitutas, por cierto ¿ puedo declarar los gastos?
-   Muy gracioso hombre. Si  consigues una información válida y  está dispuesta a declarar, ya veremos lo que hacemos ¿ de acuerdo?. Voy a llamar a la vecina, quizá me pueda pasar hoy mismo.
-   Hazlo, yo me voy ya para casa. Pasaré la tarde con Laura para que compensarla la ausencia nocturna.
-  ¡Sigues tan socarrón como siempre!
-  ¿ Y para qué cambiar, si así me adoráis todos?- contesta Vallejo poniéndose el abrigo y la bufanda mientras Héctor comienza a marcar un número  y tiene suerte.
       Doña Pura está a punto de salir cuando suena el teléfono y vuelve sobre sus pasos. No se sorprende demasiado de la petición del detective Perea y queda con él en una cafetería de la Gran Vía tras disculparse por no poder ir al despacho.
-      Cuando entre mire por una hippy entrada en años y me habrá encontrado – le dice jovialmente y cuelga el teléfono.
Y en efecto, a la hora acordada Héctor descubre en una mesa a un señora de unos cincuenta años, con trenzas rojizas, collares de todos los colores, falda larga de cuero, y chaleco haciendo juego que deja ver una blusa con un estampado flores pequeñas. Debió  ser una mujer muy guapa se dice mientras se acerca a la mesa y le extiende la mano que la mujer estrecha al tiempo que le da dos besos. El tiempo se le hace corto, la mujer es de la que cuando hablan captan la atención y te tienen pendiente de sus labios. El efecto que produce en los demás parece no hacer mella en ella, el güisqui que tiene delante anima la conversación aún más y cuando Héctor se levanta porque el tiempo le apremia, está seguro que quedará con ella de nuevo. Tiene mucho que contar pero lo más importante es que sabe calar a la gente, tiene las ideas muy clara, es directa y franca.
Héctor llega a casa a tiempo de recibir a Bonilla y a Matilde que vienen a traer a Javier. Asunción aún no ha llegado del Clínico pero María ya está preparando la mesa y la cama turca para Javi en la habitación de Daniel. Se les ve contentos, el día ha sido muy productivo, los muebles nuevos y el papel ya están comprados.
-        Marta, la decoradora de interiores se pasará mañana por la tarde con los empapeladores. El portero tiene la llave y en dos días tendrá el salón redecorado nos ha dicho.- comenta Matilde muy ilusionada y un poco avergonzada al mismo tiempo.
Héctor la tranquiliza y dice que se puede hacer una idea de lo que debía de sentir, después cambia de conversación y se disculpa por la tardanza de Asunción pero no quiere decir a dónde ha ido para evitar que Bonilla comience a hablar del caso. Están a punto de irse cuando aparece Asun radiante y contenta y al ver la seña que le hace su marido se inventa una excusa.
-    Disculpad pero teníamos problemas con una impresora y hemos tenido que cambiar la maqueta del número. Pásarlo bien y no os preocupéis por nada.- le dice a Matilde dándole un beso muy fuerte y un abrazo a Bonilla.
Cuando se quedan solos pregunta Héctor.
-     ¿ Y, cómo te ha ido?
-      Muy bien, me han presentado a unas cuantas enfermeras y mañana puedo hacer turno con dos de ellas. Me han parecido muy abiertas asi que espero sacar un buen reportaje e información que nos sirva para el caso.
-     ¿ A que hora tienes que empezar y hasta que hora? – pregunta Héctor un tanto seco.
-      A las nueve de la noche y el turno termina a las cinco y medio. No te preocupes, no me va a pasar nada y sólo es una noche. Mañana voy a estar todo el día en casa asi que puedes venir a comer y después dormimos una siesta juntos para compensar la noche en vela ¿ Te hace?
-      Visto así y por una vez puedo hacer una excepción.¿ Qué les vamos a decir a los niños?
-      La verdad, que tengo que hacer un reportaje de Urgencias. Y a ti ¿cómo te ha ido?.
-      Mejor de lo que esperaba. He conocido a una mujer muy interesante y ya te lo contaré después de cenar.
Asunción quiere responder a su marido cuando Javier y Daniel interrumpen en el salón.
-    Tenemos hambre ¿ falta mucho para la cena?
-     Ahora mismo voy a ver como va María , volved a la habitación que ya os avisaremos para poner la mesa - y volviéndose hacia su marido le dice antes de irse a la cocina- si querías despertar mi curiosidad lo has conseguido .
-      Aquí estaré, no voy a ningún sitio – contesta Héctor riéndose, sacando se su cartera el bloc con las notas de la conversación que ha tenido con Doña Pura.

     









sábado, 7 de septiembre de 2013

La vuelta a casa. Capitulo 4

Capítulo 4

 Aunque Pura Salinas es una mujer muy vital,  que aún no ha cumplido los 60, el reuma ha empezado a hacer de las suyas y la mano derecha es la que más lo nota. Gracias a Dios ella es zurda y eso le permite  seguir disfrutando de lo que más le gusta en este mundo, de la pintura y de sus cuadros . La escultura es otra cosa, ha pasado a ser algo del ayer pero la arcilla la sigue trabajando.  Pura escucha a su vecino mientras coloca las cosas de la compra en los armarios de la cocina.  Le han aceptado el caso y se alegra por él. Por fin su primo le recomendó a alguien que valía la pena. Cuando termina de llenar la nevera le agradece su ayuda con la bolsa de la compra y le invita a comer . Una vez sentados a la mesa la conversación es escasa, sobre todo por parte de Marcos quien degusta con placer el guiso que la asistenta había dejado hecho antes de irse. Cuando termina, toma la copa de vino, bebe con tranquilidad y le dice a su anfitriona.
-        Estaba buenísimo. Guisos así echo de menos en el barco.
-        Me lo imagino,  pero supongo que será una de las pocas cosas que echas de menos. Siempre te he oído hablar de la mar como si fuera tu amante y  si te soy sincera no entiendo por qué no seguiste tu vocación antes.
-      Es verdad, usted siempre nos animaba a Pablo y a mi a soñar despiertos para que de mayores no lo olvidásemos , pero ya sabe que mi madre no quería ni oír hablar del mar. Cuando hice el servicio militar  en la Marina me di cuenta de dos cosas, que la disciplina militar no iba conmigo pero que la mar era mi destino.
-     Y eso es lo que yo esperaba ver. Que cumplida tu parte con la patria escogieras tu bandera y salieras a navegar pero no,  al volver de la mili comenzaste a trabajar en ese colegio y parecías feliz.
-       Parecía, esa es la palabra exacta pero no lo era. Sobrevivía el día a día para no dar un disgusto a mi madre pero feliz no era. Mi madre quería que buscara a una buena mujer, que me casara, ya sabe, lo de siempre.
-        ¿Si te hubieras echado novia , hubieran cambiado las cosas?
-        No. No me eché novia pero si creí estar enamorado de alguien.
-      Algo así barruntaba tu madre . Me decía que te notaba raro, que estabas como ausente y no era el mar solamente.   ¿ Y qué pasó?
-        Nada. Terminó como había empezado, de repente, de un día para otro dije adiós. Era una relación prohibida que no me llevaba a ningún lado pero no me arrepiento, gracias a esa relación fallida hoy soy marino. ¿ Y usted doña Pura, por qué no volvió a casarse al quedarse viuda? Yo la recuerdo a usted como una mujer muy joven, muy guapa, rodeada de pinceles y caballetes por todos los lados  pero sola en una casa muy grande.
-     Tan sola no estaba, esta casa siempre ha estado llena de niños ¿ o no lo recuerdas? 
-     Sí que lo recuerdo. Usted siempre tenía la puerta abierta a todos los niños del barrio y a todos nos gustaba verla pintar o intentar pintar nosotros o moldear figuras de arcilla.
-    ¿ Crees que todo eso hubiera sido posible si tuviera un marido y una familia? No. Casarme de nuevo hubiese significado perder mi independencia, que no pedí pero que me vino dada a la muerte de mi marido. Me casé muy enamorada y tuve la desgracia de quedarme viuda muy pronto, a los dos años de casada y lloré mucho su muerte. Mis sueños se habían roto, no tuvimos hijos y me refugié en la pintura como a él le hubiera gustado. Al poco tiempo tuve la suerte de vender mi primer cuadro y descubrí otro mundo y con él una libertad que no conocía  y que no podía imaginar que existiera.
      Tuve pretendientes pero nunca se me pasó por la cabeza volver a casarme de nuevo. Tenía a mi prima y a sus hijos  ¿ No te acuerdas de Miguel?
-      Sí,  es verdad, en el verano siempre tenía a un sobrino en casa ¿ Era el que trabaja en los juzgados?
-      Así es. Su madre y Beltrán son hermanos aunque nadie lo diría. Tienen ideas completamente diferentes en todo y siempre estaban discutiendo. Digo estaban porque ahora  ya no, desde que se fue a Canarias y lo del accidente parece que han hecho las paces.
-        Eso no es muy extraño entre hermanos ¿no? ¿ Por qué no le cae simpático Beltrán?
-        ¿ Te has dado cuenta, verdad? Digamos que como policía que es, bueno que era, entiendo que defienda al régimen pero lo que no entiendo es que presuma y presumiera de lo duro que era interrogando a los presos.
-        ¿ Se refiere a golpearles, humillarles, etc? Yo no entiendo esas formas y tiemblo al pensar que a mi pobre hermano le hayan aplicado la misma fórmula pero, esos métodos son normales desgraciadamente, no sólo en España sino en muchos países como he podido comprobar, sobre todo si se trata de presos políticos o simpatizantes de un determinado partido.
-        “Los de la social son aún más duros que yo” decía Beltrán siempre cuando yo sacaba el tema pero no creas, no todos los policías pensaban igual. Algunos cambiaron con el tiempo. Cuando Beltrán era inspector en la comisaria de Chamberí se quejaba de que el comisario que tenía había cambiado mucho y que ya no era partidario de los golpes. También se quejaba de que no era fiel al régimen como él, que se saltaba las leyes a la tolera, que le disgustaba detener a rojos o acusados de rojos porque a él no le interesaba la política, sólo ladrones, maleantes, criminales etc. Beltrán no lo podía entender y menos aún que se empeñara en acusar a un sacerdote de actos impuros con menores y de desobedecer las órdenes que le llegaban de no enfrentarse a la Iglesia.
-        ¿ Está hablando de uno de los detectives, verdad?
-        Sí, de Perea. Siempre estaba con Perea por aquí y Perea por allá . La mujer de Beltrán es aún mucho peor. En realidad era la que llevaba los pantalones y no creo que haya cambiado. En casa, el gallito de los calabozos, era un corderito inocente dominado por su mujer. No, la verdad es que a ella nunca la soporté. Se metía en mi vida sin ningún pudor. Una viuda solo tenía una salida o casarse de nuevo o quedarse en casa. Tener amigos y alternar en ambientes  bohemios para ella era sinónimo de mujer de mala vida.  ¿Quieres una copita con el café?
-        Sí gracias y le ayudo a fregar los platos y me voy a ver a mi madre a la residencia.
-        No es necesario que me ayudes pero te lo agradezco y no te desanimes, aunque tu madre no te reconozca habla con ella como si lo hiciera, así lo hago yo cada vez que voy a verla.
Mientras Marcos ayuda a su vecina en la cocina, Vallejo coincide con Héctor en el portal de la agencia y suben juntos. A los pocos minutos de entrar suena el teléfono. Bonilla les comunica que le ha pedido a Gustavo que se pase por el despacho y él se disculpa por no acudir esa tarde.
-        Me quedo con Matilde. Tenemos mucho que hablar y no puedo aplazarlo.
-        No te preocupes pero ¿ de qué quería hablar el director del colegio con vosotros?
-        De la redacción de Javi.
-        No entiendo, Daniel también ha entregado una y a nosotros no nos han llamado.
-        Daniel no ha bajado su rendimiento alarmantemente.  Ya te explicaré.
-        De acuerdo, tómate tu tiempo. Ya te haremos un resumen de lo que hablemos.
Cuando Héctor cuelga el teléfono , Vallejo pone sobre la mesa dos copas de coñac, saca de su chaqueta su libreta  y a la espera de la llegada de Gustavo le comentan los rumores que corren por la comisaría. Al parecer la salud de Franco cada día es peor y el Almirante Carrero es el que ahora manda de verdad junto a Arias Navarro en Gobernación y se están preparando para un franquismo sin Franco. Con la entrada de Gustavo la conversación versa sobre el caso e intercambian los datos recopilados hasta el momento.
-        Bonilla me ha puesto un poco al corriente y no me ha costado trabajo dar con el nombre del abogado de oficio que llevó el caso. No tiene inconveniente en pasarme el expediente siempre que el hermano de su permiso como único familiar de su cliente. Le he dicho que eso no sería un problema y que una vez estudiado el expediente  si tenemos preguntas que le necesitaríamos y está de acuerdo. ¿ Podría pasarse mañana, a eso de las 12.30 por mi despacho para firmar la autorización?
-        Supongo que sí. Tendremos que llamarle más tarde o dejar el recado a la vecina. Creo que iba a visitar a su madre a la residencia – dice Vallejo.
-        Mejor llamamos a la vecina y dejamos el recado Vallejo y tú ¿ Qué has sacado en claro en la comisaria además de los rumores que hemos comentado?
-        Rumores que también se oyen en los juzgados - dice Gustavo -  la gente está un poco nerviosa y algunos dicen que estas navidades no hay mensaje de Franco.
-        Dejemos la política por favor – interviene Héctor- vayamos al grano.
-        De acuerdo pero no se puede ser tan apolítico como eres tu, ni tu mujer lo es pero bueno, veamos el caso.
Vallejo consulta su libreta y da la versión policial según consta en el atestado.
-        El 17 de febrero de este año, la policía recibió una llamada a las 5 de la mañana. Unos estudiantes de medicina habían encontrado el cuerpo sin vida de una mujer, con uniforme de enfermera puesto, en el aparcamiento del Clínico. El cuerpo presentaba señales de violencia, arañazos y moratones en los brazos. Alrededor de su cuello un pañuelo que tapaba unos hematomas. El robo, aunque no quedaba descartado del todo, no parecía haber sido el motivo de su muerte. Su documentación asi como su monedero, unas llaves y otros objetos personales se encontraban en el bolso que estaba a su lado. Dato curioso es que en su agenda,  además de faltarle algunas páginas, como si hubiesen sido arrancadas deprisa, la fallecida había anotado que en caso de accidente avisaran a Don Francisco Arroyo y a continuación el teléfono y la dirección. Es decir a su padre. En cuanto el juez ordenó el alzamiento del cadáver se llamó a al señor Arroyo y este se presentó en comisaria con otra persona que acusó al marido de la fallecida de malos tratos . Para el padre era el autor de  la muerte de su hija y las declaraciones de ambos hombres quedan anotadas . En menos de una hora el juez de instrucción firmó la orden de arresto . A las once de la mañana la policía detiene a Pablo Llorente en el domicilio conyugal y  pasa directamente  a disposición judicial. Junto al atestado el informe del forense: muerte por asfixia a consecuencia de un estrangulamiento. No había signos de violación ni de haber mantenido relaciones sexuales en las últimas 24 horas. Eso es todo y  ¿tú, Héctor que has podido saber de Julio?
-        No mucho, la verdad. La nota de agencia era escueta, un hombre mata a  su mujer por celos y nada más. La policía no daba más explicaciones. El nombre de la víctima no aparecía en la nota sólo el nombre del marido, el presunto asesino presentado como culpable de antemano. El juicio fue a puertas cerradas y sólo comunicaron la sentencia y de nuevo por nota de agencia ¿ No os parece raro todo?
-        Extraño si que es pero no me atrevo a decir nada hasta que no vea el expediente – comenta Gustavo – recordad que espero a vuestro cliente a las 12 y 30.
-        No lo olvidaremos, ahora mismo llamo – contesta Vallejo.
A la hora de la cena y en casa de la familia Perea suena el teléfono. Marcos Llorente confirma su asistencia al despacho del abogado y agradece que dejaran el recado en casa de la vecina. En el comedor María, ayudada de Daniel, pone la mesa y minutos más tarde se sientan todos a cenar. María comienza a contar como le ha ido el día y Daniel le quita la palabra de la boca para mencionar que le han puesto un 9 en la clase de lengua, por una redacción que ha hecho y que  ha podido leer en la clase
-        ¡Qué bien, estoy muy orgulloso de ti!- le dice Héctor pasándole el brazo por los hombros - ¿ Y de que iba la redacción?
-        De mi secuestro, de mi historia. Como ni mamá ni Julio  me dejaron escribirla en la revista pues la he escrito en el cole.
-        ¡Hala ya! – comenta María- ¿ Te ha cabido todo en un folio? ¿ Has nombrado a Alex y a Tim también?
-        Sí, he resumido muy bien y la profesora me ha felicitado por ello y claro que les he nombrado, y a tí y a Paloma y al tío Vallejo, el accidente de papá, a todos, no me he olvidado de nadie.
-        ¿ Y la de Javier de que iba, lo sabes? – pregunta Asunción
-      Sí, pero a él no le han puesto nota.  Javier también habla de secuestro y del miedo que había tenido aunque no lo dijera y que echó mucho de menos a sus padres. Yo no he dicho eso aunque también lo pensaba, ya os lo dije ¿ lo recordáis , verdad?
-      Por supuesto campeón que lo recordamos. Además tu ni sabías que yo había tenido un accidente.
-        ¿ Y eso es todo? –pregunta María extrañada.
-      No, no, decía más cosas como que se imaginó a su madre llorando y a su padre igual y que  después, aunque ya estaba en casa su madre seguía llorando y  él pensaba que era de alegría – Daniel hace una pausa para beber su agua y continúa -  pero que ahora no sabe que pensar, su madre sigue llorando y su padre está como enfadado y le oye decir que es su culpa, que el secuestro fue su culpa y que se van a separar...pero yo eso no me lo creo ¿ a qué no fue su culpa papá?
-        No campeón, el tío Bonilla no tuvo la culpa de nada.
-        Ni papá tampoco, la culpa fue de esa pelandusca, de esa Flora y nada más – sentencia María.
-        Exacto, eso es lo que yo le dije a Javier cuando leí su redacción pero dice que su padre no lo cree así. ¿ Vosotros creéis que los tíos se van a separar como cree Javi?
-        No, no lo creemos –contestan Héctor y Asunción a la vez
-        Yo tampoco lo creo – dice María – la tía Matilde quiere mucho al tío Bonilla, nos lo dijo cuando estábamos esquiando. El tío Bonilla también quiere mucho a la tía, aunque no se estén dándo besos constantemente como hacen papá y mamá, pero se aman. A veces los mayores convierten algo simple en algo muy complicado y se comportan como párvulos .
-      ¡Hala qué experta! – dice Asunción ¿ se puede saber como llegas a esa conclusión?
-      Observando a los padres de Tim y a vosotros sobre todo y luego a los abuelos, a los tíos Todos sois diferentes y vosotros los más besucones y efusivos pero siempre que pasa algo con los hijos, los padres se enfadan entre ellos ...aunque esta vez mamá y papá se han portado.
-      ¡ Caray María! ¿ Estás segura que quieres hacer filología en lugar de psicología? y tú cariño, cierra la boca si no sabes que decirle a tu hija – dice Asunción riéndose
-      Ejem, ejem- reacciona Héctor por fin-  gracias por eso de que nos hemos portado y la verdad María es asombroso lo que has madurado en los últimos meses y Daniel también. Estoy muy orgulloso de vosotros y en momentos como estos os comería a besos a los dos, bueno a los tres porque de tu madre también estoy más que orgulloso.
-     Y nosotros de tí papá – contesta Daniel abrazando a su padre y a ese abrazo se une María y Asunción.