viernes, 25 de octubre de 2013

La vuelta a casa. Capítulo 10 y último.


Capítulo 10.

Miércoles 12 de diciembre de 1973

“HORROROSA CATÁSTROFE EN LA CIUDAD DE ZARAGOZA. Numerosas personas mueren carbonizadas al incendiarse un taller de tapicería”  lee Bonilla en la prensa que acaba de comprar. En primera  página y en cabecera el suceso estremecedor  “DANTESCO INCENDIO EN UN TALLER DE TAPICERÍA DE ZARAGOZA” continúa la noticia en la segunda página. Tan absorto va leyendo que no se da cuenta que ya ha llegado al portal de la agencia dónde Vallejo y Perea le están esperando y pasa de largo.

-        Don Inocencio – le grita  el portero  que está en la acera hablando con el cartero - ¿ No sube usted al despacho?
-        Uy! Buenos días Pascual – dice Bonilla volviendo sobre sus pasos – No me he dado cuenta, sí claro ya subo.
-        Buenos días tenga usted también Don Inocencio – responde el portero siguiendo con la mirada al detective que sube ya las escaleras y le dice al cartero – Desde que ha vuelto de Mallorca está en las nubes. Debe de haber tenido una segunda luna de miel, es muy buen hombre pero últimamente parece que no iba bien las cosas en su matrimonio.
-        Me alegro por él Pascual y ahora me voy que se me hace tarde. Recuerda que te debo un chato – contesta el cartero cruzando de acera para seguir con su reparto.

Hace dos días que Bonilla y Matilde regresaron a Madrid cargados de ensaimadas y sobrasadas  para sus amigos y como bien supone el portero, el viaje ha sido una segunda luna de miel muy necesaria,  al igual que la nueva decoración del salón.  Los malos recuerdos han sido borrados, la isla les ha unido de nuevo y sus noches mucho más, perdidos el uno en el otro quedándose dormidos al amanecer. Aunque ha vuelto en una nube y apenas ha tenido tiempo de trabajar en el caso, ha llegado a tiempo de aportar una pista esencial.

-        ¡Hombre, por fin apareces! – dice Vallejo abriendo la puerta a Bonilla -  ¿ dónde coño te has metido? Hace más de una hora que has salido de casa según nos ha dicho tu mujer.
-        Perdonad pero tenía que confirmar una cosa antes de venir aquí y creo que lo tengo - contesta dejando el periódico sobre una silla y tras colgar el abrigo se sienta frente a Héctor que está hablando por teléfono y saluda, llevándose los dedos a la sien a Vallejo.
-        Todo arreglado para esta tarde. Rosario ha aceptado ir a la revista para terminar allí el reportaje. Julio ya ha avisado a Marcos y a Pura y Gustavo también estará - dice Héctor una vez acabada su conversación.
-        ¿ Crees que caerá en la trampa y va a hablar? – comenta  Vallejo poniéndole a Bonilla una taza de café negro en la mesa.
-        Tenemos los papeles de Gustavo. La testigo fue ella, está anotado su nombre y su dirección. Su testimonio es el que ahorca a Pablo en realidad pero no podemos probar nada - contesta Perea y mirando a Bonilla, le pregunta - ¿ y tú, has conseguido saber algo más en la comida esa con la tal Manuela?
-        Desembucha Bonilla – dice Vallejo – me tienes en ascuas y ve al grano por favor.
-        Algo tengo. Como ya sabéis Matilde tiene una amiga en el Clínico y quedamos ayer con ella para comer. Sacamos el tema de que Asunción estaba haciendo el reportaje y que Rosario le estaba aportando algunos datos. Manuela, la amiga de Matilde,  también trabaja en urgencias pero casi siempre en turno de día. Conoce Rosario aunque no tiene mucha confianza con ella. Le preguntamos si también había conocido a Lucía y nos dijo  que apenas coincidieron pero lo poco que la había tratado le había causado muy buena impresión. Como fuere, a los pocos días de la muerte de Lucía un mendigo entró en el hospital preguntando por Rosario y armó un gran escándolo. Los encargados de seguridad le sacaron a la calle a que durmiera la mona. Al día siguiente, cuando Manuela ya se iba para casa vio a Rosario hablando con el mendigo a quien le entregó un sobre y le decía que no volviera nunca más, exactamente oyó decirle “ Juán no te quiero ver más por aqui, ya tienes lo tuyo”
-        ¿Y? ¿ a dónde nos lleva eso? – pregunta Vallejo
-        A lo siguiente. Manuela recordaba haber visto al mendigo pidiendo en Sol y de allí vengo.
-        ¿ Estaba en Sol? – pregunta Héctor
-        No, él no estaba pero sí otro que le conoce. Le preguntamos por Juan y nos dijo que desde marzo de este año ya no mendiga que hizo un favor a alguien y esta persona le da dinero regularmente y que desde hace varios meses ni le ven, es como si se le hubiera tragado la tierra ¿ no os parece extraño? . ¿ No podría ser que el favor fuese asustar a Lucía y que algo saliera mal? Probablemente matarla no fuera el plan.
-        Muy rebuscado pero es posible – dice Héctor.
-        Es cierto, eso encaja en nuestra teoría. Rosario no quiere que Lucía denuncie a su amante y busca a alguien que le de un susto y quién mejor que un mendigo borracho para ello.
-        Podemos dejar caer el nombre de Juán, decir que se ha ido de la lengua en una de sus borracheras.
-        ¿ Llámanos a Ramirez? – pregunta Bonilla.
-        No, todavía no. Si Rosario se delata tenemos testigos suficientes y tiempo para llamarle.

El intercambio de ideas continua hasta las cinco de la tarde, momento en el que salen para la revista. El plan a seguir, el plan Muñoz como  Vallejo lo ha bautizado ha sido aceptado por él  a regañadientes y como su nombre indica, la idea es de Asun. A Bonilla le ha parecido genial mientras que Héctor tenía algunas reservas.” Peligro no hay, eso seguro pero el éxito  no está garantizado” comentó  nada más oírlo, recuerda Asunción  sonriendo a Héctor sentado en su mesa, frente a él Bonilla y Vallejo , Gustavo en la mesa de Aurelia y en las otras dos Marcos y Pura, al tiempo que  saluda a Rosario que acaba de entrar en la redacción.

-        Muchas gracias por venir Rosario. Queremos que salga el viernes y nos gustaría que nos dieras tu impresión ¿ Me acompañas al despacho de mi jefe? ¿ Quieres que te presente a mis compañeros?
-        No es necesario, gracias. Tengo un poco de prisa cuanto antes terminemos mejor.
Asunción no insiste y entra con ella al despacho dónde Julio les espera sentado en el sofá. En la mesa, el interfono con un palillo cortado, mantiene el botón verde apretado y unos expedientes dejados allí a propósito, impide que se vea desde el sofá . Rosario se sienta frente a Asunción en una butaca y ésta le enseña la prueba que Rosario lee rápidamente alzando las cejas.
-        ¿Por qué mencionas la muerte de Lucía? ¿ Qué tiene que ver con el reportaje?- pregunta muy asombrada y un tanto incómoda mientras enciende un cigarrillo.
-        Aparentemente nada – contesta Julio – y ha sido una sugerencia mía. Al fin y al cabo trabajó allí y he pensado que sería un pequeño homenaje, pero si usted no da el visto bueno lo quitamos , no pasa nada.
-        Exacto – dice Asunción – tenemos pensado escribir un artículo sobre su muerte ahora que Juan tiene ganas de hablar y por cierto ¿ sabes que ha mencionado tu nombre?
-        ¿ Qué Juan? ¿ Mi nombre? Imposible, yo no conozco a ningún mendigo que se llame Juán–  contesta Rosario contrariada levántadose del sofá dispuesta a dejar el despacho.
-        No tan de prisa Rosario – dice Julio muy calmado – ¿ hemos dicho nosotros algo de un mendigo? ¡Vaya! Parece que la historia es verdad ¿ fuiste tú quien le encargó el trabajito?
-        No sé de que trabajito me hablan pero está bien. He mentido, es cierto que conocía a un mendigo con ese nombre, le conocí en el hospital, llegó una noche muy borracho,  con un coma etílico y cuando se recobró me dio lástima, era un hombre relativamente joven y decidí ayudarle y con suerte. Ahora vive en Barcelona y tiene un empleo ¿ Qué hay de mal en ayudar a un semejante?
-        Nada – dice Asunción- es algo muy noble pero el pagar a alguien para que asuste a una compañera no es una acción muy noble que se diga. ¿ Qué salió mal? ¿ Por qué murió Lucía estrangulada? ¿ nos lo cuentas tu o dejamos que sea Juán?
-        No tenéis pruebas de nada y además os olvidáis que yo vi a Pablo correr y el cuerpo de Lucía ya yacía en el suelo – responde Rosario levantándose de nuevo de la butaca.
-        Dirás que Juán era el que corría ¿ verdad?  y que curioso, a los dos días del suceso se presenta a por su sobre ¿ crees que nadie te vio? Te equivocas, tenemos un testigo – contesta Asunción levantándose ella también.
-        Si os pensáis que lo sabéis todo ¿por qué no habéis llamado a la policía? Dejádme salir, no tengo nada más que decir y el artículo es una verdadera bazofia. Eres una periodista del tres a l cuatro  – contesta empujando a Asunción que le bloquea el camino.
-        No te preocupes, en cuestión de pocos minutos estará aqui y detendrán a Juan – interviene Julio sentando a Rosario en la butaca de nuevo .
-        Imposible, no pueden detener a Juan, estáis mintiendo, Juán está muerto, se cayó por unas escaleras una noche en la que iba borracho. La policía me lo confirmó. El muy tonto llevaba mi nombre, mi dirección y mi teléfono apuntado en una nota y por eso me llamaron. Yo no tengo nada que ver con su muerte – responde Rosario delatándose por los nervioso que comienzan a apoderarse de ella volviéndose  a levantar cogiendo su abrigo.
-        ¿Has oído Asunción? – dice Julio quitándole el abrigo -  Muy interesante. Juan no está en Barcelona, está muerto ¿ con quien hemos hablado, no sería el doctor Laredo, quizá?.
-        El no sabe nada y dejadle fuera de esto. Es un hombre íntegro ¿ por qué queréis destruirlo? – grita Rosario ya fuera de si – Lucía está muerta y fue un accidente aunque se lo merecía por querer arruinar la carrera de un buen médico.
-        ¿ Y también merecía  una niña de ocho años perder a su madre, ver como su padre era condenado por asesinato y morir en la cárcel poco después? – pregunta Asunción conteniendo su rabia.
-        Está mejor sin ellos y fue un accidente- repite alzando la voz cada vez más-  Juan solo quería asustarla pero se puso histérica y entonces se le fue la mano, apretó un poco más y cuando les pude separar Lucía ya estaba en el suelo y no respiraba. Pero no tenéis prueba y ahora me voy.
-        No lo creo ¡guardias llevénsela! -  dice el comisario Ramírez entrado al despacho acompañado de dos policías ante la sorpresa de Rosario que no entiende nada.
-        El interfono – dice Julio – tenemos testigos suficiente. Toda la redacción te ha oído. Pero antes de llevársela ¿ por qué no le presentamos al hermano de Pablo?
-        Con mucho gusto dice Ramirez.

La Coruña 9 de enero de 1974.

Queridos amigos, una vez más os doy las gracias por haber limpiado la memoria de mi hermano. Como sabréis por Gustavo he llegado a un acuerdo con los abuelos de Sandra. Las vacaciones las pasará conmigo, aqui en La Coruña donde la compañía me ha concedido un trabajo en tierra y las decisiones sobre el futuro de Sandra las tomaremos juntos. Doña Pura y Amalia Arroyo se han hecho amigas asi que noticias de mi sobrina no me faltarán. Hoy mismo he hablado con mi vecina y me ha contado que Sandra ya comienza a hablar asi que dentro de poco podrá ella misma contarme sus cosas. Si se animan a venir a Galicia ya saben que las puertas de mi casa están abiertas para todos ustedes.
Reciban mis más sinceros deseos para el nuevo año y espero verles pronto.
Marcos.

-        ¿ Aceptamos su invitación y nos escapamos los dos unos días a Galicia? – pregunta Asunción dejando la carta en la mesilla recostada en la almohada esperando que Héctor se le una.
-        ¿ Otro viaje? – contesta Héctor metiéndose ya en la cama – acabamos de volver como quien dice de uno.
-        Tienes razón cariño , yo hablaba de escaparnos nosotros solos, este ha sido familiar y me apetece tenerte unos días para mi sola, aunque no me quejo del que acabamos de volver, como tu dices, hemos pasado unos días fantásticos y  qué decir de las fiestas navideñas,  muy diferentes a las anteriores ¿ no te parece? – responde Asunción acurrucada en los brazos de su marido.
-        Es cierto. La nochebuena con nuestra familia en nuestra casa por primera vez con Tim. El día de Navidad en casa de Tim con sus padres y el fin de año todos juntos en Canarias. Nuestras primeras uvas en manga corta, en la terraza del hotel y al día siguiente bañándonos en la playa de Mogán.
-        Y para colofón , reyes en Madrid en casa de Fernanda con toda la tropa. ¿ Qué hemos hecho para ser tan afortunados? – pregunta Asunción incorporándose un poco para ver mejor a su marido.
-        No lo sé mi amor,  también me lo pregunto muchas veces y no tengo respuesta, quizá tengamos un ángel muy especial que vela por nosotros  –  contesta Héctor apagando la luz al tiempo que dice – quiera Dios que nos dure para siempre y en marzo nos escapamos unos días a La Coruña, acordado desde ya.

Y el matrimonio fundido en un abrazo, como tienen costumbre, se quedan dormidos plácidamente. Mañana será otro día, otro caso por empezar y otro reportaje por escribir y dentro de unos días la fiesta de A media voz con motivo del galardón que han recibido de la asociación de periodistas, una fiesta que tendrá como protagonista a Julio quién recordará el comienzo de la revista cuando Sucesos dejó de existir, tan lejano ya en el tiempo pero tan presente para él, una fiesta rodeado de sus amigos de siempre y de los nuevos como Pura, Fernanda y Martín.



-         









miércoles, 16 de octubre de 2013

La vuelta a casa. Capítulo 9


Capítulo 9

“Gracias por llamarme , me has sorprendido la verdad. No me lo esperaba “ dice Asunción a Rosario nada más sentarse, dejando su chaquetón en el respaldo de su silla,
 el bolso en la de al lado, disponiéndose a pedir un chocolate caliente.
  Eran las seis y media de la tarde cuando las escaleras eléctricas del Corte Inglés de Princesa  la dejaron en la planta séptima, en la cafetería, dónde Rosario la esperaba sentada en una mesa con vistas a la calle, adornada ya con las luces de navideñas que acababan de encenderse cuando Asunción salía del metro de Argüelles.
  Rosario en uniforme de enfermera y Rosario con ropa de calle eran dos personas distintas y Asunción tardó en dar con ella. A esa hora la cafetería estaba llena y casi no quedaban mesas libres, afortunadamente Rosario  la ve y ahora ya están sentadas frente a frente.

-        No debiera sorprendente Asunción.  Al fin y al cabo me  apuntaste tu número de teléfono por algo y además el doctor Laredo interrumpió nuestra charla justo cuando tu comenzabas a tener intereses ¿ Estás segura que era la primera vez que oías a hablar de Lucía?
-        Veo que no eres de las que dan rodeo – contesta Asunción limpiándose con la servilleta su bigote de chocolate – No, no era  la primera vez que oía su nombre. En uno de los números de enero hay una nota de agencia sobre la muerte de una enfermera en el aparcamiento del Clínico. La revista tiene sus fuentes y aunque no pudo ampliar la noticia su caso nos dio pie a plantearnos un reportaje en el futuro. Reportaje , como ya sabes estamos llevando a acabo “ La mujer y trabajo en horario nocturno: riesgos y compatibilidad con una vida familiar”.
-        Eso no explica que supieras que esa mujer se llamaba Lucía. En la prensa no salió su nombre y además ¿ por qué ahora? ¿ por qué habéis esperado tantos meses?
-        Perdona Rosario, tus preguntas me están haciendo sospechar de que hay algo raro detrás de su muerte. ¿ Lo hay?
-        No te hagas la ingenua, contesta a mi preguntas y quizá te pueda ayudar- responde Rosario.

Asunción  acepta el cigarrillo que Rosario le ofrece , necesita ganar tiempo antes de responder. Rosario la está sorprendido , sin poder evitarlo mira a su alrededor  con el pitillo en la mano  y  nada, mucha gente  pero nadie que conozca o haya visto alguna vez.

-        La idea – dice con el cigarrillo ya encendido -  quedó aparcada por razones que ahora no vienen al caso. Hace poco la hemos retomado . Decidimos empezar con un reportaje sobre las telefonistas pero yo recordé el caso de la enfermera , a mi jefe le apareció bien y ya está.  Nuestras fuentes de información , que obviamente no puedo revelar,  nos  dijeron que se llamaba Lucía y era madre de una niña de 8 años y que su marido, por celos, fue quien la estranguló a sangre fría.
-        La verdad es que yo me creo la versión original, es decir lo de su marido . Les hemos visto  discutir más de una vez .  Lucía era muy particular y yo no estaba de acuerdo con ella en muchas cosas. En los últimos día se le había metido en la cabeza cuestionar la capacidad  y profesionalidad del doctor Laredo .
-        ¿ Por qué ? me estás intrigando.
-        Como te acabo de decir era muy suya,  tenía mucha fantasía y vivía en un mundo irreal.  Nos confesó que tenía serias sospechas de que el doctor había cometido un grave error con una paciente. Su muerte, según ella, se debió a que el doctor  esperó  demasiado tiempo para operar.  Nada más lejos de la realidad. Primero  ella no era quien para juzgar a un médico, con una trayectoria tan brillante como el doctor Laredo y segundo,  su objetividad brillaba por su ausencia ya que para ella solo existía el doctor Castaño, amor platónico decía ella, amor enfermizo que diría un psicólogo.
-        ¿ Lo sabían todos?
-        Lo sabíamos nosotras, las enfermeras. El doctor Castaño no tenía ni idea ni creo que la recuerde si mencionas su nombre, para él solo somos batas andantes.
-        ¿ Es una persona tan fría e indiferente?
-        No, no es indiferente pero si distante. Vive por y para su profesión, para sus pacientes pero odia la camaradería entre enfermeras y médicos.
-        Yo no veo que eso sea tan terrible – dice Asunción – apagando su cigarrillo mientras Rosario enciende el segundo -  pero dime una cosa..anoche creí ver que las mano derecha del doctor Laredo temblaba cuando sujetaba la taza del café ¿ ese temblores es habitual o solo pasajero?
-        El doctor Laredo está perfectamente capacitad para operar y ese temblor no se lo impide- contesta Rosario apagando de mala forma el cigarrillo que acababa de encender con enfado no disimulado.
-        No comprendo – responde Asunción pasando por alto el detalle del cambio en Rosario.
-        Hace varios años,  el doctor Laredo tuvo un accidente y estuvo un tiempo dado de baja. Ese temblor, que apenas  dura un segundo, que sufre muy pocas veces y que no ha ocultado, no ha sido visto como razón de inhabilitación por el consejo de médicos. Nunca ha habido ninguna queja . La muerte de esa mujer no guarda relación con esos temblores.
-        ¿ Pero el doctor Laredo lo sabía? Quiero decir ¿ Lucía le llegó a decir algo? – pregunta Asunción presintiendo que debe cambiar de conversación. Rosario cada vez está más nerviosa y ella más inquieta.
-        No lo sé,  fuera de nosotras,  dos enfermeras y yo quiero decir, no lo sabía nadie. Lucía estaba dispuesta a poner una queja, a demandar al doctor por la muerte de esa mujer pero  nosotras le aconsejábamos que no lo hiciera,  que lo olvidara, que volviera con su marido y se fuera con el a Murcia. Si nos hubiera hecho caso probablemente aún estaría viva.

Cuando Asunción baja por las escaleras eléctricas siente como si alguien la estuviese observando. El mismo presentimiento que ha tenido durante toda la conversación con Rosario, gira su cabeza pero no consigue ver entre la multitud que baja  con ella una cara conocida. Sale de los almacenes y se mete al metro, baja las escaleras y de repente se para, se gira y vuelve a subir los peldaños que había bajado,  cruza la calle  corriendo y se para en la otra boca del metro dónde hay un puesto de castañas y un quiosco de la ONCE.  Compra castañas recién asadas y la castañera las echa en un cucurucho de papel de periódico. Asunción se quita un guante, abre su monedero, saca un billete de cien pesetas y mientras espera la vuelta prueba una castaña  y entonces le ve. Está en la acera de enfrente, en la esquina, en  su mano un mechero con el que enciende el cigarrillo, con la vista fija en la salida  del Cortés Inglés. Asunción se esconde tras el quiosco instintivamente y alcanza a ver como Rosario se reúne con él. Comparten un beso y ella le quita el cigarrillo y se lo lleva a su boca mientras él para un taxi que sube por Princesa camino de Moncloa.  Ahora se alegra de haber cambiado de conversación, de dejar el nombre de Lucía de lado y de volver a preguntar sobre el trabajo y de haberle pedido que contara alguna anécdota y se arrepiente en parte de que tanto Héctor como Vallejo le hayan hecho caso. Ya no se atreve a volver a casa en el metro a pesar de que los dos se fueron en un taxi, está nerviosa y lo único que quiere es ver a Héctor cuanto antes . Levanta la mano , para un taxi y le da la dirección del despacho. El trayecto es corto y no le da tiempo a pensar pero la sensación que ha sentido no termina de irse del todo.

-  No te preocupes hombre, no pasa nada porque vengáis un día más tarde. Lo importante ahora es que vosotros lo paséis bien. Recuerdos también de Asun que acaba de llegar y un beso a Matilde.
-  ¿ Qué pasa ? – pregunta Asunción a Vallejo  entrando en el despacho - ¿ Les ha pasado algo a Boni y Mati?
-        No, no pasa nada - contesta Vallejo. Matilde y Bonilla  han modificado su estancia y llaman para comunicarlo que no para consultar si nos parece bien. ¿ Te puedes creer que ni tan siquiera ha preguntado por el caso?
-        Buena señal – dice Asun- eso quiere decir que solo tiene ojos y oídos para Matilde.
-        Esa impresión me ha dado a mi también  - responde Héctor levántadose de su silla mirando a su mujer - ¿ A ti te pasa algo? ¿ No habíamos quedado en casa?

Indudablemente Héctor la conoce muy bien, piensa Asunción , nunca le puede ocultar nada, es como si le leyera la mente y sentándose en la silla de su marido, mientras éste le sirve una copa de coñac que parece que necesita, ante un asombrado Vallejo que nunca antes había visto  que bebiera  brandy,  Asunción comienza a contarles lo que ha pasado.

-        Lo sabía – dice Vallejo – pero nada, la señora tenía que ser más lista que nadie y...
-        ¡Vale Vallejo! – corta Héctor a su amigo – No creo que hubiéramos podido hacer nada de estar presentes.
-        Vallejo tiene razón Héctor, esta vez he subestimado vuestro instinto. No creo que se hayan dado cuenta de que los he visto.
-        ¡Menuda mentirosa que está hecha la tal Rosario!- comenta Vallejo - ¿ No te había dicho que tenía novio?
-        Una cosa no impide la otra, estamos hartos de verlo – responde Héctor – no será la primera enfermera que se convierte en la amante de un médico y eso del novio no lo sabemos.
-        Es cierto, pudo decirlo para disimular igual que anoche disimularon, vamos jamás lo habría pensado – dice Asun apurando la copa de brandy - ¿ Qué vamos a hacer ahora?
-        Yo nada y tu tampoco  – dice Vallejo – yo me voy para casa antes de que Laura me mate. Vamos al teatro con una pareja amiga. Héctor no dejes que tu mujer siga indagando, este asunto es feo de verdad. Mañana seguimos.
-        Vete tranquilo Vallejo y no te duermas viendo la obra.
-        Críate la fama y échate a dormir –murmura Vallejo cerrando la puerta con llave sin darse cuenta.
-        Héctor – dice Asunción cuando se quedan solos –  me conoces bien y sabes que no puedes pedirme que me quede de brazos cruzados y menos ahora que ya estoy metida en ello.
-        Y no te lo pido pero si espero que lo dejes voluntariamente. Cariño el asunto es, como dice Vallejo, sucio y Rosario tiene mucho que ver en ello. Estoy seguro, no te ha tanteado por nada- dice dándole un beso fugaz.
-        ¿ No tenemos ya datos suficientes como para pedir a Gustavo que pida que se reabra el caso de Pablo?
-        No Asun, no tenemos nada. La declaración de Nuria no le sirve de coartada. Las notas de Lucía no se pueden corroborar y  no existe una conexión directa con la muerte de Bronny y la muerte de Lucía . Pablo,  a pesar de su borrachera o justamente por eso, tuvo tiempo de ir desde la Casa de Campo al Clínico y volver a su casa.
-        Lo dudo y perdona que  te contradiga. Nuria le ve irse en dirección al metro de  El Lago pero no le ve entrar en la estación. ¿No vivía en la calle de Cebreros, en el Batán?  Pues entonces, quien nos dice que no se fue andando, para refrescarse más, desde el Lago al Batán.  Si hubiera querido ir al Clínico habría salido por el Paseo de la Florida.
-        Hay otra posibilidad cariño – dice Héctor acercándose al sofá donde Asun está sentada, con un vaso de coca-cola para ella y una cerveza para él – Pablo llega a su casa andando, se tira en la cama pero no puede dormir, se vuelve a levantar y va en taxi hasta Moncloa. Espera a Lucía, habla con ella, discuten,le pone las manos en los hombros, se le cruzan los cables y sus manos van al cuello. Se asusta de lo que ha hecho, comienza a correr y no para hasta que llega a su casa. Allí se toma un calmante y se arroja sobre la cama donde se queda dormido exhausto . Recuerda que un testigo dijo que había visto correr un hombre.
-        No lo creo y no me queda claro ¿ No se podría hablar con ese testigo? ¿ Cómo se llama?
-        Ni idea, ahora que lo dices. Tendríamos que preguntar a Gustavo. En las notas de Vallejo solo hablan de un testigo que al ir a coger su coche, sobre esa hora, vio a un hombre correr,  - dice Héctor mirando la hora en su reloj  sin dejar de jugar con el pelo de Asun–  y ahora sí que se acabó por hoy ,a otra cosa ¿ sabes que todavía falta una hora para ir a buscar a los chicos del entrenamiento y que María estará en casa de Clara junto a Suzzanne con el trabajo ese que tienen que terminar?
-        Sí, lo sé, no me dices nada nuevo y creo que te veo venir –  puede decir Asun antes de que Héctor le selle los labios con un beso que como siempre la despierta las ganas de más, pero haciendo un esfuerzo consigue murmurar   ¿ Estás seguro que Vallejo no se ha olvidado nada y no nos va a sorprender?
-        No lo creo, además podemos echar el cerrojo ¿ no crees? – contesta Héctor desabrochando los primeros botones de la blusa de su mujer mirándola fijamente a los ojos, leyendo en ellos que ella tiene tantas ganas como él, como también lo demuestran sus manos que no se están quietas con la hebilla de su cinturón.




domingo, 6 de octubre de 2013

La vuelta a casa. Capítulo 8



¿ Por qué no para de comunicar el teléfono y por qué no me llamó anoche? ¿Habrá pasado algo? se pregunta Vallejo mientras se toma el segundo café de la mañana y cansado ya de esperar, decide comerse una de las ensaimadas rellenas de cabello de ángel, que de camino al despacho compró en la panadería de la calle de Santa Engracia. Normalmente es Héctor quien se encarga de abrirlo en ausencia de Bonilla pero esta mañana se lo ha encontrado cerrado, ha tenido que abrirlo él y  ha preparado el café pensando “en unos minutos llegará Héctor”  pero los minutos dieron paso a una hora de espera y a las diez de la mañana sigue estando solo. En casa de Perea el teléfono no ha dejado de comunicar y eso le extraña. Encima de su mesa reposan las notas que anoche le diera Marcos cuando acudió a su llamada a casa de la vecina. En realidad son dos páginas que parecen querer ser el principio de un diario pero sin fecha, escritas apresuradamente, desvelando en parte aunque de forma muy enigmática,  la razón de Lucía para querer hacer el turno de noche. Lo que ella no podía sospechar es que llegaría a ser testigo de un hecho aislado que posteriormente relacionaría con la muerte de Bronny . El escrito termina abruptamente, como si alguien la interrumpiera pero dando a entender que no se callaría, pruebas o no pruebas . Vallejo vuelve a servirse otro café, el tercero ya y marca de nuevo el número de su amigo. Está deseando oír el informe de Asunción y compartir con ellos las notas de Lucía pero el teléfono sigue comunicando.  Lo que Vallejo no sabes es que  María y Suzanne son las primeras en despertarse esa mañana y aunque ellas tampoco han dormido mucho,  ya que estuvieron hablando hasta bien tarde, se levantan sin problemas y entre las dos preparan el desayuno para Javier y Daniel, a quienes María les pide que no armen mucho ruído además de descolgar el teléfono para que sus padres puedan descansar sin sobresaltos. Serán pasadas las diez y media cuando un  Héctor aún medio dormido se dé cuenta de la hora que es y se levante. En la cocina recuerda lo que Asunción le dijera nada más sentarse a su lado en el coche cuando fue a buscarla “Abrázame fuerte” y estuvieron abrazados en silencio durante unos segundos . “ Llévame a casa” fue lo siguiente que dijo y entonces le dio un beso, volvió a sonreír y le preguntó por la cena y las hamburguesas. Ya en casa y en la cama, entre sus brazos de nuevo, le contó la sensación que había tenido cuando el doctor Laredo le mandó sentarse en una silla cuando Rosario nombró a Lucía.

     " Sentada en esa silla llegué a la misma conclusión que ella. Ya sabes que no puedo dormir sin ti y no sé si me hubiera acostumbrado a tus guardias, si hubieses seguido siendo comisario. Laura me dijo que ella nunca se acostumbró y por eso me parece raro que una mujer , enamorada de su marido,  prefiera pasar 4  noches a la semana en una sala de urgencia en lugar de una vez a la semana " comentó Asunción antes de que quedarse dormida y Héctor la dejó dormir y ahora, dejando la bandeja sobre la mesilla, se sienta al lado de su mujer, la despierta suavemente con pequeños besitos en la frente y sonríe al ver como ella abre los ojos perezosa, murmura un buenos días y pregunta estirándose.

-        ¿ Qué hora es?
-        Casi las once de la mañana. Siéntate que te he traído el desayuno - contesta su marido colocando su propia almohada en la cabecera para que se encuentre más cómoda y sobre sus rodillas la bandeja
-        Ya me arreglo yo solita cariño, anda mira a ver quien es – dice Asunción al oír el timbre de la puerta que suena como si se hubiese quedado atascado.

Perea deja a su mujer desayunando y molesto por la insistencia del timbre grita.

-        ¡Ya va! ¿ dónde está el fuego
-        Abre de una vez y verás el fuego, joder – contesta Vallejo enfadado ante la tardanza en abrir y por el paseito que ha tenido que hacerse, bajo una lluvia fina sin tregua , que le ha calado hasta en los huesos, en vista de que no había forma de comunicarse con la familia Perea ni con la madre de Asunción.

Cuando Héctor abre la puerta su amigo entra como un toro, se quita el abrigo mojado, lo cuelga en el perchero y sin decir nada va derecho al salón seguido por Héctor que no entiende nada.

-        Vallejo ¿ Qué sucede?
-        ¡Lo que me imaginaba! ¡El teléfono descolgado! ¿ Te parece bonito? – pregunta con el auricular del teléfono en la mano
-        Ni idea, es la primera noticia – contesta Héctor
-        Te creo – contesta un Vallejo más calmado al ver junto al teléfono la nota que María ha dejado

 “Papá, he descolgado el teléfono para que podáis dormir un poquito más.  No olvides llamar al tío Vallejo. Hasta luego. Un beso muy grande para ti y para mamá, María “

Media hora más tarde el humor de Vallejo comienza a cambiar. Ha rechazo el ofrecimiento de un  café y reclama algo más fuerte para contrarrestar el frío que ha pasado viniendo, desoyendo el comentario de Asunción de que es muy temprano para un coñac.

-   !Temprano! Ya es hora del almuerzo.
-        ¡Qué exagerado eres Vallejo! – exclama Asunción , sentada en el sofá, frente a Vallejo que ha elegido la butaca , sirviendo el café para su marido y para ella mientras Héctor le pone el coñac a su amigo y se lo deja en la mesita que tiene al lado.
-        Vayamos al grano que hemos perdido mucho tiempo . ¿ Cómo te fue anoche?
Asunción le pone al corriente de su experiencia en Urgencias y Vallejo se interesa por el nombre del médico que escucha.
-        ¿ Estás seguras que era el doctor Laredo?
-        Sí, claro, segurísima ¿ por qué lo dices?
-        Ahora os explico – dice sacando del bolsillo interior de su americana un sobre que deja sobre la mesita junto a su copa de coñac – Ayer tarde, cuando estaba a punto de cerrar el despacho sonó el teléfono y no era Bonilla, como me pensaba, sino Marcos para decirnos que la madre de Lucía le había dado un sobre cuyo contenido era mejor que lo viéramos cuanto antes. Como María me dijo que ya os habíais ido fui yo solito a ver a Marcos que estaba en casa de su vecina . Llevo desde ayer dándole vueltas a las dichosas hojas , sin saber como interpretarlas y bueno, juzgar por vosotros mismos – dice Vallejo sacando dos páginas del sobre dándoselas a Héctor.

“ Mi padre siempre dice que confíe en él,  que él está para pensar por mi y solucionar mis problemas. He hablado con él y me ha dicho lo de siempre que no debo pensar tanto ,que tengo demasiada imaginación  y  complico demasiado todo lo que es sencillo, que una vez más me habré equivocado, que soy experta en ello etc, etc. Esta vez sé que no es así aunque no tengo pruebas.

Hace meses que he vuelto a trabajar de enfermera y al hacerlo volví a sentir que no me había equivocado , que eso era lo que yo siempre había querido aunque a mi padre no le gustara. Pablo no puso objeción alguna, el pobre siempre me comprende aunque yo no sepa corresponderle . En eso sí que tenía mi padre parte de razón. Con Pablo era yo la que tenía la voz cantante pero eso también cansa .

Al tercer mes de trabajar, en una de las guardias que me tocó hacer, quedé deslumbrada, maravillada y aturdida ante su presencia. Nunca antes había sentido esa sensación pero supe que mientras su lugar fuera Urgencias también iba a ser el mío. Seré la enfermera fiel y eficiente y jamás conocerá como siento porque sé que ese sentimiento nunca será correspondido y aunque mis pensamientos traicionen a Pablo mi cuerpo nunca lo hará.

Recuerdo ese jueves en particular porque había discutido con Pablo,  creía que me veía con alguien y que lo traicionaba. Con el pensamiento si lo hacía pero nada más. Intenté explicárselo pero las palabras no salía de mi boca, tampoco me iba a entender y menos aún me iba a creer..”querido Pablo te sigo queriendo mucho, eres un buen padre pero la chispa que hubo alguna vez se ha extinguido. No te engaño con nadie pero si estoy enamorada de nuevo  y no de ti pero mi amor es platónico, me conformo con estar cerca y el resto lo dejo a mi imaginación.”’ Imposible, no podía decirle eso pero era la verdad. Cuando hacíamos el amor , a ratos perdidos en la mañana, mi imaginación volaba sola, eran otras manos y otros besos los que me excitaban y él se calmaba durante unos días, dejaba de darme  la lata con el trabajo nocturno pero ese jueves fue diferente. Se enfadó tanto que llegó a prohibirme el ir a trabajar. Recuerdo que me escapé cuando le estaba leyendo un cuento a Sandra,iba tarde pero iba y la decisión ya estaba tomada. Me iba con la niña a casa de mis padres, de sus futuros planes con el nuevo trabajo no quería oír hablar. Iba tan ofuscada que al aparcar  le dí un golpe al coche del doctor Laredo .  El segundo golpe del día que se llevaba el coche. Me acerqué  para comprobar si lo había dañado mucho, el parachoques parecía no tener nada y al alzar la cabeza vi al doctor Laredo en el asiento trasero del coche, borracho o a mi me lo pareció porque al abrir la puerta y bajarse no podía caminar bien. El pareció no verme , no atinaba a cerrar el coche con llave y se fue dejando la puerta abierta. Parecía como si yo fuese invisible, como si no existiera pero estaba allí y en el asiento trasero había dos botellas vacías. Tardé en reaccionar y cuando entré en Urgencias no le vi. Me disculpé por llegar tarde pero no dije nada del incidente. Media hora más tarde entró Laredo sobrio , la noche se complicó , dos accidentes, una presunta violación y una epidemia de gripe me tuvieron muy entretenida pero pude ver como las manos de Laredo temblaban y como se tomaba unas pastillas mientras se bebía su café.

Bronny entró con síntomas de apendicitis aguda y fue una pena que el doctor Castaño no tuviera guardia esa noche, a él no se le hubiera pasado por alto, él hubiera sabido que hacer pero Laredo la dejó morir, no se atrevía a operar, esperó demasiado tiempo y fue tarde.

Mi padre no me cree pero Laredo necesita beber y cuando no lo hace le tiemblan las manos ¿ por qué nadie lo ve? ¿ por qué nadie me cree? ¿ cuántas muertes más? De esta noche no pasa, tengo que hablar con él y si no me hace caso le denuncio pruebas o no pruebas........”

-        ¿ Y? ¿ Qué me decís ahora? – pregunta Vallejo cuando Asunción deja las hojas sobre la mesa después de haberlas leído en voz alta.
-        Al doctor Laredo le temblaban las manos anoche también y se tomó algo con el café y es verdad que nadie lo ve o todos hacen la vista gorda.
-        No sé que pensar – dice Héctor – me creo que el médico tiene un problema pero dudo de que podamos averiguar  mucho. Habrá que esperar a que vuelva Bonilla quizá algunos de sus contactos nos pueda ayudar.
-        ¡Quizá! – dice Asunción levantándose para coger el teléfono  - Sí , soy yo – se le oye decir y tras una pausa agradece la llamada, anota una dirección, cuelga el teléfono y les dice -  Creo que vamos a tener suerte. Era Rosario, anoche le di una tarjeta de visita con el nombre de la revista y apunté por detrás el teléfono de casa. Fue un acto impulsivo por mi parte ya que ella no tenía mucho interés y ahora me alegro. He quedado con ella a las cinco de la tarde en una cafetería en Argüelles .
-        ¿ Te ha dicho por qué te quería ver? –pregunta Héctor.
-        No, no exactamente, ha dicho algo de disculparse por las palabras del doctor Laredo , me ha dado el nombre de la cafetería y la hora y después ha colgado.
-        ¡Qué raro! Creo que deberíamos ir contigo, sentarnos en otra mesa y observar, no me fío, me instinto me dice que hay gato encerrado – comenta Vallejo.
-        El mío también – dice Héctor.
-        El mío no y no os quiero ver por allí.  Teniendo en cuenta la hora que  es-  constata Asunción mirando su reloj -  ¿que os parece si vamos a comer al restaurante de la esquina? allí seguimos hablando pero después os vais al despacho , yo a la revista y de allí a la cafetería.
-        Tu mujer no cambia Héctor, ella decide y los demás tenemos que decir amén – comenta Vallejo cuando Asun sale del salón para retocarse el pelo .
-        Lo sé Vallejo pero la verdad es que me gusta todo en ella, cada día la amo más y aunque no es perfecta no quiero cambiarle nada.
-        Gracias amor, tu tampoco eres perfecto y por eso mismo me gustas... ¿ Nos vamos? – dice Asunción con una gran sonrisa asomando la cabeza por la puerta, con el abrigo en una mano y el bolso en la otra.